Cuando decir adiós, duele.

Cuando un ser querido se va de nuestro lado, por muerte o separación se genera una sensación de vacío en el ser humano que causa dolor instantáneo. 

Decir adiós, puede causar dolor, y es natural que esto suceda, ignorar lo que se experimenta solo logrará aumentar la ansiedad por la perdida. El duelo puede ser elaborado con libertad, sin desbordar nuestras emociones, pero si con total tranquilidad para expresar lo que en ese momento se siente.

Que importante es contar con una persona que asuma una postura empática, sin juicios y que comprenda el dolor que el otro esta sintiendo. Alguien a quien expresar el torrente de emociones que se experimenta. Parte esencial de la elaboración del duelo, es poder exteriorizar estos procesos internos.

Desde el cuidado psicoespiritual recalcamos que la fe y la esperanza en que vendrán días mejores, nos ayudan a aceptar que el dolor hace parte de la vida, y el dolor por la perdida es algo que no podremos evitar experimentar, pero si tenemos la opción de creer que lo superaremos, y que en lugar de ese dolor temporal, quedarán buenos recuerdos de aquella persona que partió o se alejo de nuestra vida, consiguiendo con el tiempo, agradecer por los buenos momentos que se nos brindo a su lado y con la tranquilidad de seguir adelante, sabiendo que podemos ser sanados del dolor de decir adiós, y así poder VivirSanaMente.

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